Aveces, después de mucho tiempo sin haber llorado, las cosas se van juntando en el fondo del pozo; son como ramitas, hojas y polvo que caen desde lo más alto, allá donde se ve la luz de un cielo bien turquesa. Y el fondo del pozo se llena de agua, derepente es barro, y las hojas flotan en la superficie, esperando que baje el balde para llenarse de aguita y suba y el agua se vea del color del cielo.
Sí, creo que tengo harta experiencia en este tipo de sentimientos, antes siempre me guardaba todo porque me quería ver fuerte, siempre he odiado que me vean como la niña débil. Ese lado de mierda cuando lloro de verdad, con ganas, pa la cagá, cuando se me encoge el pecho y lloro con gritos e hipidos, y me quedo tirada en la cama, normalmente esos gritos son de rabia, y los hipidos de pena. Pero esos sollozos no duran más de diez minutos, porque quedo sin energías, y el orgullo que nace después suele ser más grande. Muy pocas veces he llorado más de una hora, porque me carga, siento la cara caliente, me pongo rojita en las mejillas, la boca, la nariz, los ojos y las cejas, y me veo asquerosa y me siento asquerosa pero con un peso menos. Después viene el lado racional, donde pienso y veo el problema desde varios puntos de vista, más o menos objetivamente, y encuentro soluciones que nunca llevo a cabo y me dejo llevar por el corazón y no por la mente.
Que weona más estúpida.
Bueno, ahora tengo ganas de llorar, y de llorar porque quiero llorar sin tener ninguna razón que lo amerite, solo quiero llorar porque hace tiempo que no lloro, y quiero llorar sola. Aunque siempre después de llorar me dan ganas que alguien llegue y me abraze y me haga cariño en el pelo y me de un beso en la frente.
Pero soy pendeja, y no quiero nada ahora.
Estoy taimada.
Vayanse a la chucha.
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