En días asi, me dan ganas de simplemente rasgar ese libro de mi vida y mandarlo a la mierda, y volver a escribir un cuento en donde yo sea la princesa, pero no la encerrada, amordazada y obligada a esperar a mi principe azul, si no una princesa que no le importe esos cuentitos de hadas y quiera solo encontrar su pelota de oro, para mandar a la mierda a la rana.