Hace seis semanas que no probaba bocado, hace seis semanas que su vida había cambiado de una forma algo brusca y siniestra.
El plato frente a ella no le llamaba la atención en lo más mínimo, su tenedor pasaba entre la comida sin ganas, moviendo el puré de papas como si fuera la cosa más aburrida que había visto en su vida. El pedazo de bistec se veía como algo asqueroso y lleno de calorías, que te engordaría y te haría ver como una vaca estúpida y bastante ancha.
-Mónica, qué esperas para comer niña- su madre la miraba al otro extremo de la mesa, comiendo con ganas y dejando el plato casi reluciente.
-Qué asco- pensó Mónica, mientras hojeaba a su madre y la carne que entraba a su boca:- Es que no tengo hambre- suspiró.
-Estas muy delgaducha hija, creo.. que tienes una enfermedad.. con tu padre decidimos llevarte a un especialista- Mónica se levantó de la mesa y cruzó el umbral de su habitación. No quería escuchar a nadie, su madre no sabía que ella aún estaba gorda. ¿Delgaducha? Por favor, la grasa se le salía hasta por los poros. ¿Al médico? ¿Su madre acaso estaba enferma? No quería escuchar que el médico le decía que estaba con sobrepeso y era una obesa sin remedio.
Aún tenia una meta que cumplir, debía bajar esos malditos ocho kilos.
Se miró al espejo de pie que estaba detrás de su puerta. El polerón de su padre era siete tallas más grande que la suya normal, y eso la hacia ver ancha. Excelente, su madre no se daba cuenta de absolutamente nada.
O eso creía.
Con sus dedos, tocó su cabello y bajó hasta sus mejillas, pasó por su cuello, su pecho y llegó a su abdomen.
-Aún me falta- tomó el poco pellejo que le quedaba en las caderas y lo miró con asco, como si fuera un bicho que acabara de pisar. Se giró mientras miraba su figura. La palabra "gorda" se pasó no menos de cien veces por su mente. Suspiró, y caminó a su armario. Esa noche Claudia haría una fiesta en su casa, le tenia que caber el maldito vestido que había comprado para la ocasión. La última vez que se lo probó, hace unos días, se veía como un paté envasado. Cuadrada, sin gracia ni cintura, con un abdomen de dos metros de ancho y los muslos gordos como dos cañerías.
Tomó el vestidito talla diez entre sus manos y lo dio vuelta, contemplando su compra con fascinación.
-Ahora tendría que caberme- se dijo, desvistiéndose. Al tenerlo puesto, se volteó asustada al espejo. La imagen que le devolvía su reflejo no le agradó para nada.
-Maldición- murmuró, mirando sus caderas y pasando sus manos por su cuello. Papadas. Malditas papadas que te hacen ver más gorda, Mónica. Se sacó el vestido, con rabia y desesperación, y lo lanzó al piso. Sollozó con resignación, José no se fijaría en ella de nuevo, todo por las malditas patatas fritas que se había comido esa mañana y le habían hecho engordar.
Caminó con decisión al cuarto de baño, cerró la puerta con pestillo y se dobló frente al lavabo. Su reflejo nuevamente le devolvía la imagen más asquerosa que había visto en su vida. Tomó la cuchilla para afeitar de su padre, y la pasó sus antebrazos, enrabiada consigo misma.
-Maldita.. estúpida.. gorda- se decía con cada corte, que acompañaban a otros más que había hecho los días anteriores. Lloró y lanzó la cuchilla contra la ducha, se sentó en el retrete y colocó su cabeza entre sus piernas. Pasó las manos por debajo de la alfombra y sacó una revista del mes anterior.
"Luz Carmen, otra vez en las pasarelas" decía en título de la portada, acompañado con una imagen de una mujer bastante hermosa para los ojos de Mónica.
Luz vestía un peto hasta debajo de sus pechos, y un short sobre sus rodillas. La imagen era espeluznante, Luz no tenía carne, solo era huesos y piel bajo una prenda de ropa, pero para Mónica era la mujer más estupenda que había visto en su vida, y su ejemplo a seguir.
Se levantó, y abrió la tapa del retrete. De cuclillas frente al inodoro se metió los dedos hasta la garganta y expulsó su desayuno: patatas fritas y un paquete de cinco galletas Light.
-Váyanse a la mierda, calorías- dijo a los desechos, y pulsó la cadena. Miró el agua que se llevaba todo eso que la había hecho engordar esa mañana, y sonrió con satisfacción. Dio media vuelta y entró a su habitación.
Ñam, es una parte del cuento que mandé al Concurso Literario :)
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